lunes, 16 de noviembre de 2009

Don't let me go.


Cada palabra se clava hondo como un puñal helado. Como una bala. No lo esperaba, no lo vi venir, y quizás por eso mismo dolió más.

¿Una buena definición? Golpe certero que inutiliza todos los sentidos.



¿La vista? Nublada por un velo húmedo que va empañando la piel, la insensibiliza a cualquier otro contacto.

¿El gusto, el olfato? ¿Para qué, si todo lo que perciben llega convertido en algo desagradable, a manos del dolor?

Y el oído, colapsado por el estruendo de todo un mundo que se va derrumbando, todo en mi interior.


Haz que pare, no sabes cómo me desgarra.

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